Miguel de Barrios: capitán, poeta, historiador, modelo y sefardí.

D. Miguel de Barrios y Valle, cordobés lejano y puro (que diría Lorca) nació en 1635 y fue a reunirse con sus padres en Amsterdam, en 17o1. Y aun su apasionante peripecia vital e intelectual, que lo hizo capitán, poeta, modelo, académico, historiador y celebridad del mundo sefardí en Flandes,  pocos o nadie son los que le recuerdan tal cual merece, por no decir ya nada de leer sus sonetos o incluso consultar su historiografía.

CORDOBA
Sinagoga de Córdoba

Nacido como Miguel Daniel Leví de Barrios, era hijo de Doña Sara Valle, alias Sebastiana, y de D. Simón de Barrios, nacido Iakok Levi Caniso,  judeoconverso cordobés que fuera contable del V Marqués de Priego y VI Duque de Feria, Alonso Fdez. de Córdoba y Enríquez de Ribera, de la Casa de  Medina Sidonia. Pero a pesar de la conversión, los Barrios fueron denunciados y perseguidos por la Inquisición -en el S XVII el asunto de la limpieza de sangre era una obsesión nacional- y hubieron de huir, como tantos otros, a Portugal, donde se encontraron la misma barca en el mismo río; así que partieron para Argel, donde ya había tal judería sefardita instalada que los frailes que circulaban el Magreb se hospedaban en casas de los circuncisos.

Pero Miguel no estaba dispuesto en donde poco antes había estado cautivo Cervantes, Argel, reserva de piratas mediterráneos con 250.000 cristianos cautivos,  así que partió para Italia con el objetivo de asentarse en Niza, entonces en todo su esplendor catedralicio y palaciego y al amparo de una tía suya que se había casado con Abraham de Torres.  Allí conoció a su primera esposa, con la que se embarcó -junto a muchos más judíos de la Provenza-  a las Américas, a las islas caribe de Trinidad Y Tobago, entonces aún territorio del Rey de España en la capitanía General de Venezuela. Su esposa, Debora Vaez,  z´´l, falleció tras contraer unas fiebres y entonces, Miguel desolado, regresó a Europa.

title-pageSe acomodó en Bruselas, alistándose en los ejércitos españoles en Flandes -los tercios de Flandes-donde rápidamente fue ascendido a capitán. La instrucción militar, como si de un cabllero renacentista se tratara, no era óbice para los versos y allí empezó a componer su obra lírica más preciada, «Flor de Apolo» y también ideó una exégesis del Pentateuco en doce partes. Las autoridades rabínicas no dieron el visto bueno a esta obra, que por eso no se imprimió. Frustrado, partió hacia Amsterdam con su esposa, Abigail de Pina, con la que tuvo un hijo al que llamó como al abuelo cordobés, Simón.

En el liberal ambiente amsterdamés de las Provincias Unidas de los Países Bajos se dedicó , además de a sus versos, a la Historia; creó una Academia, llamada de los Sitibundos (los que tienen sed, los sedientos) en la cual sentó al más rico gentilhombre de Amsterdam, Manuel Belmonte, conde palatino del Rey de España, además de Isaac de Rocamora, predicador de la emperatriz Mariana de Austria, sin olvidar a «los aventureros» Abraham Enriquez, Moshé Rossa, Moshé Díaz, etc. El lema de la academia era «el alma es fuego del Señor» (Prov., XX, 27)

Después fue nombrado mantenedor de otra academia, creada por Belmonte,  la de los floridos,  cuyos 38 miembros se recogen en la Relación de los poetas y escritores españoles de la nación judáica amstelodana: lo má selecto de la vida social e intelectual de Asterdam.De hecho, tal era la fama de De Barrios , que Rembrandt lo inmortalizó, junto a Abigail, en un cuadro titulado «La novia judía «

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Además de su obra en poética y dramática, que recoge un panegírico de Abraham Athias, Jacob Rodrigues Caseres y Rachel Núñez Fernández, que fueron quemados como mártires en Córdoba, o la Luna opulenta de Holanda, en nubes que el amor manda.., escribió la «Historia Universal Judaica», esencial trabajo para el estudio de la historia de los sefardíes.

Falleció en febrero de 1701 y fue enterrado en el cementerio judío de Amsterdam, junto a su esposa, que le precedió.Para su tumba escribió un epitafio que reza: «Ya Daniel y Abigail Levi ajuntarse bolvieron. Por un Amor en las Almas, Por una losa en los cuerpos. Porque tanto en la vida se quisieron Que aun despues de la muerte un vivir fueron.»